Crítica de la colonialidad en ocho ensayos. Y una antropología por demanda / 2 ed. de SEGATO, RITA LAURA

Cada persona debe ser vista no desde la diferencia de un patrimonio cultural sustantivo, estable, permanente y fijo, o de una episteme cristalina, sino como un vector histórico. La cultura y su patrimonio, en cambio, son considerados una decantación del proceso histórico, un sedimento de experiencia histórica acumulada y un proceso que no se detiene. El carácter acumulativo de este sedimento se concreta en lo que percibimos como herramientas, costumbres e ideas en una aparición silenciosa y repetida, donde el concepto antropológico de cultura adquiere, se fortalece y se postula como objetivo de observación disciplinar. Sin embargo, todo etnógrafo que regresa a su campo diez años después sabe que esta apariencia de estabilidad no es más que un espejismo, y que las tradiciones y costumbres no son más que historia en ciernes. De esta manera, se advierte que la costumbre puede cambiar y de hecho siempre cambia, porque la permanencia de un pueblo no depende de la repetición de sus acciones, ni de la inmovilidad de sus ideas. Así soltamos las amarras que sostienen la identidad, sin desconocerla, pero centrándonos en la idea de pueblo, como vector de la historia, como agente colectivo de un proyecto histórico, que se visualiza que parte de un pasado común y construye. un futuro común. , a través de un esquema interno que no rechaza el conflicto de intereses y la oposición a la sensibilidad ética y las posiciones políticas, pero que tiene una historia.